Este torero sonríe al volver a Sevilla de la misma forma que esta ciudad le sonríe a él por las intensas tardes de gloria que nos ha brindado. Es curioso, aunque no parece casualidad que vuelva bajo la lluvia como aquel día de su presentación en la Maestranza, la misma plaza de la que salió por la Puerta del Príncipe. Con un cielo de color gris y un ambiente en tono albero, en esta pasada y temprana Semana Santa, son las puertas del hotel Hospes las Casas del Rey de Baeza las que se abren para recibir al torero toledano. Un
rincón bendito de la ciudad donde se respira una templanza innata y pura esencia sevillana.
Tomás Rufo confiesa haber cumplido muchos de sus sueños, gracias a Dios, pero uno de ellos es poder torear con las grandes figuras del toreo y haber triunfado. “En muy poco tiempo he conseguido muchas cosas”. Se define como un tío con suerte, un afortunado.
¿Cómo se presenta esta temporada taurina? ¿dónde podemos verle?
Bonita, desde luego. Toreé en Castellón, estaré para la feria en Sevilla y después es mi debut en Aguascalientes, en México; iré también a Madrid, a San Isidro. Una temporada repleta de muchas tardes y de muchísima importancia.
¿Qué balance hace del pasado año tan exitoso? ¿qué espera de este?
Muy contento, por supuesto, pero nunca satisfecho. Creo que puedo dar mucho más de mí mismo. Dentro de que fue un año bueno, y se está viendo reflejado en las ferias en las que estoy anunciado este año como es el caso de Sevilla o Madrid, creo que es mejorable. Para este año, exijo que sea un poco más rotundo. El año pasado salí por la Puerta del Príncipe aquí en Sevilla y en Madrid también tuve tardes importantes pero, creo que para seguir avanzando y mejorando, uno debe ponerse el listón muy alto. Por eso, el nivel de exigencia este año es mayor, tanto por mi parte como por la del público.
¿Cómo es su día a día?
Por las mañanas entreno, voy al gimnasio, por las tardes toreo de salón y, casi todas las tardes al menos cuatro días a la semana, voy al campo a torear vacas y matar toros. Mi día a día es intenso, una preparación constante. Siempre intento estar rodeado de mi familia y de mi cuadrilla, especialmente, en momentos cercanos a las corridas porque es donde me siento refugiado.
¿Le envuelve el mismo miedo que en sus comienzos o lo tiene dominado?
Ahora más, sin duda. Antes era más ignorante cuando me ponía delante del toro, no sabía realmente ni lo que me estaba jugando ni lo que quería conseguir. Una vez que ya has conseguido muchas cosas, eres más consciente de lo que te estás jugando, tienes miedo al toro, tienes miedo al fracaso, hay muchos miedos. Uno intenta siempre superarlos, pero no siempre es capaz.
¿Cómo ve el futuro en el toro?
En el momento actual que estamos atravesando, veo muchísimo futuro porque uno percibe que está yendo mucha gente joven a los toros. En este arranque de temporada, prácticamente, todas las tardes estamos viendo un “no hay billetes” o un “completo”. Creo que estamos recuperando una generación perdida y con ella esas ganas, esa ilusión, la pasión de los niños que quieren ser toreros, eso uno lo nota. Cuando las ferias se empiezan a anunciar, las entradas se venden en un día. Creo que hay mucho futuro y muy bueno.
¿Por qué dice tener obsesión por torear despacio?
Primero, para disfrutarlo porque cada torero tienen un concepto del toreo distinto y, al final, con el que uno mismo se emociona y con el que emociona a la gente es cuando eres capaz de torear un toro despacio. Mi obsesión es esa, yo me preparo día a día para intentar cuajar un toro a cámara lenta, ahí es donde la gente más ruge contigo, más se vuelcan y donde más partidarios creas. Por suerte, muchos toreros estamos en el escalafón con esa misma intención.
¿Cree que un torero debe tener carisma o ese duende del que Lorca hablaba?
Tener carisma es casi el 50%. Al final, nosotros vivimos de nuestra imagen, del público, de la gente. A mí personalmente me gusta ser una persona cercana, simpática y amable. Todo aporta, puedes ser muy buen torero pero si eres un tío despegado al final eso te resta, eso te está quitando lo que estás ganando por otro lado.
¿Sus tardes más señaladas en el ruedo?
Mi presentación aquí en Sevilla. El cartel del debut era con El Juli y con Roca Rey, pero fue una tarde complicada por el temporal, además una tarde de “no hay billetes”. Era algo extraño porque un torero toledano en su presentación cortó tres orejas y salió por la Puerta del Príncipe, algo muy peculiar. Ese día lo tengo guardado porque hubo muchas cosas que recuerdo; para empezar el temporal, el cartel, hubo mucho emoción, caí de pie, cómo salió el segundo toro, fue un sueño hecho realidad. Luego, volver al año siguiente y volver a salir a hombros. Sevilla es para mí una plaza que ha marcado mi carrera y me siento muy feliz cada vez que me veo acartelado.
¿Un lugar para desconectar o conectar?
El campo. Especialmente en temporada, necesito estar rodeado de mi círculo y no con mucha gente, me hace estar tranquilo y concentrado. En el campo busco momentos de desconexión. Intento, aunque sea una vez a la semana, irme y así me olvido de todos mis problemas y hasta día de hoy me está yendo fenomenal de esta manera.
¿Tiene a Dios presente en su vida?
Sí, mucho.
¿Qué conserva del niño que fue? ¿en qué se considera más hombre?
La ilusión. Me considero más hombre en la valentía, en tomar decisiones. Empiezas a ser torero siendo un niño, te rodeas de gente más mayor y te ves en momentos que tienes que decidir y considero que, para mi edad, soy una persona madura y valiente para dar pasos que en otros momentos o en otra profesión no habría sido capaz.
¿Quiénes son sus referentes?
Mi ídolo es El Juli. Todavía tengo en la habitación donde yo estudiaba un póster guardado. Ha sido mi referente y mi ejemplo a seguir, se retiró el año pasado después de 25 años siendo figura del toro y se ha ido porque él ha querido, nadie lo ha echado. Ojalá y algún día pueda estar yo en esa misma situación.
¿Alguna vez ha pensado en la retirada?
Sí que lo he pensado, pero han sido calentones. Una mala racha o una mala tarde que, en cuanto pasa, ya vuelves a tener esas mismas ganas de torear como si fuera una droga de la que dependes. Si el toro no existiera en mi vida, yo no sabría qué hacer.
¿Cómo maneja esa templanza que le caracteriza?
Yo creo que es natural, es algo innato. Cuando más presión o tensión existe, es cuando mejor me encuentro. Los carteles fuertes o las ferias importantes me hacen sacar lo mejor de mí, estoy tranquilo; los nervios desaparecen. Me considero una persona con suerte.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Gerardo Morillo