La galería madrileña Leandro Navarro presenta una exposición de 27 obras dedicada a la pintora sevillana Teresa Duclós. Esta selección abarca desde los años 60 a la actualidad y, entre las distintas obras, destacan los paisajes de “El Bajo”, el área favorita de la artista en su finca La Laguna (Huelva), así como una serie de delicados interiores y bodegones. Una muestra que se complementa con un pequeño número de dibujos y estampas.
La artista nace en el año 1934 en la llamada Casa Duclós en Sevilla e inicia sus estudios en 1949 en la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad. Con posterioridad, estudia en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla.
En 1964, recibe el Primer Premio de Grabado en la Exposición de la Dirección General de Bellas Artes de la capital hispalense.
Un año después, junto a su director Enrique Roldán y los pintores sevillanos Carmen Laffón y José Soto, contribuye a la fundación de la galería La Pasarela, desarrollando una importantísima labor en el conocimiento y difusión de la pintura moderna en Sevilla. Además, en colaboración con los mismos artistas crea El Taller, un estudio de dibujo, pintura y grabado. En 1970, inicia su relación con la galería Juana de Aizpuru en Sevilla, para más tarde pasar a formar parte de los pintores de la Galería Biosca de Madrid, tras su exposición de 1982.
En 1987, durante sus frecuentes estancias en la mencionada finca La Laguna, ubicada en San Bartolomé de la Torre (Huelva), comienza a pintar los paisajes de “El Bajo” e inicia su serie de “Las Flores”. En 1988, realiza una exposición retrospectiva en la Fundación El Monte de Sevilla. En el 2001, la Obra Social de la antigua Caja San Fernando compra una parte importante de obras de su estudio. En el año 2009, presenta su exposición “De la presencia y la morada” en la galería Leandro Navarro. En 2021, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo le dedica una gran retrospectiva. En 2022, recibe la Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla por parte del Ayuntamiento por su contribución al arte y la cultura.
Teresa Duclós forma parte de aquella generación de jóvenes autores que en Sevilla, en los 50, buscaron un arte distinto a las formas rutinarias impuestas durante la posguerra. Desde el inicio de su carrera artística, la artista manifiesta en su obra tanto un gran amor por la naturaleza como por los animales, especialmente destacando la figura de sus perros, a los que dedica los títulos de varias obras como, por ejemplo, “Brisa”, “Tosca”, “Speedy” y “Chispita”. Los cuadros de esta pintora se construyen con objetos ordinarios, recintos cotidianos y enclaves naturales, espacios donde es posible algo más que vivir, habitar. Más allá de su cuidada elaboración formal y de su indudable atractivo visual, el valor de sus bodegones, ventanas, jardines y paisajes radican en que son fragmentos de mundos posibles porque impulsa a la memoria y a la imaginación del espectador a recuperar, recorrer y aun reconstruir rasgos familiares pero perdidos de su propia experiencia.
La Casa Duclós no es una casa cualquiera, representa el hogar de la artista, su memoria, su niñez, su juventud, su presente y su pasado, es una gran parte de su belleza. Toda una vida en esta misma casa situada en el barrio de Nervión, uno de los primeros ensayos construidos del arquitecto Josep Lluís Sert en relación con la arquitectura moderna, con la máquina de habitar de Le Corbusier. Estos planos fueron el regalo de bodas del arquitecto a su prima hermana y a su marido, un médico que estableció la consulta en la planta baja de la vivienda. Los padres de Teresa y la artista han mantenido casi inalterable esta construcción. No es casualidad el modo de habitar el movimiento moderno, también en el contexto artístico sevillano, de una manera completamente familiar, asumido como algo normal y cotidiano.
Teresa con su pintura, en un contexto artístico e intelectual, maneja con total naturalidad un lenguaje abstracto con el que establece un continuo diálogo. Tampoco es casualidad que el único añadido significativo a esta vivienda lo realizara ella a mediados de los años 70 para construir un estudio de pintura en la parte trasera de la parcela, proyectado por Aurelio del Pozo y Luis Marín de Terán. Una habitación propia del movimiento moderno, en relación con las vanguardias, pero no dentro de ellas, en una pacífica convivencia basada en la cohabitación y separadas por el jardín, ese espacio intermedio entonces, sobre el que escribió Estrella de Diego en el catálogo de la exposición monográfica que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo dedicó a la artista en el 2021. Un estar dentro y fuera a la vez: habitar dentro del movimiento moderno desde lo doméstico y parecer estar fuera en el estudio, pero justo al lado y teniendo como nexo un pequeño espacio con plantas, al que ha dedicado tantas obras.
Cabe mencionar la manera en la que la artista aplica a sus magníficos bodegones, a sus pequeños y encantadores cuadros de flores, a sus bellos jardines el concepto de espejo. También el de ventana a sus paisajes de ese otro lugar, ubicado en San Bartolomé de la Torre, en cuya finca familiar Teresa pasaría temporadas estableciendo otra gran fuente de inspiración.
Según indica Juan Antonio Álvarez Reyes en el prólogo del catálogo de esta exposición: “De nuevo, interior y exterior, dentro y fuera, como lo más natural del mundo, lo habitual, lo cotidiano, lo familiar en lo que conviene de nuevo mirar, volver a ver de una manera consciente, apreciando la luz y la atmósfera que envuelven las cosas y los paisajes de nuestra vida. Teresa Duclós, con su modestia característica y como otros grandes artistas, nos enseña a ver. Al menos a mí me ha enseñado a reconocer lo que en principio ya conocía, pero que ya no veía desde hacía mucho tiempo”.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Carlos Duclós